Opinión Nacional

Precariedad institucional y populismo

Hemos insistido que abordar el devenir y contemporaneidad de la democracia en Venezuela, implica necesariamente decantar los elementos, variables y rasgos presentes y relevantes que motivan la llegada en 1998 del fenómeno Chávez, y fundamentalmente, comprender el deterioro en términos institucionales que ha sufrido la democracia en sus contenidos, procedimientos y valores, la propia constitucionalidad, el Estado de derecho, el sistema de partidos, gremios y demás en los últimos años, en los que se aprecia el socavamiento y deterioro de los elementos definitorios del entramando democrático, el régimen de libertades y el propio Estado de derecho.

Basta echar una mirada no sólo a la región latinoamericana sino particularmente a Venezuela para comprender que nos debatimos entre modelos democráticos afianzados en instituciones y procedimientos como Chile, Colombia. Perú o Costa Rica, y populismos de diverso cuño con tendencia autoritaria y la emergencia de una suerte de socialismo suis generis e incatalogable etiquetado de “socialismo del siglo XXI” en Bolivia, Ecuador y fundamentalmente por parte del presidente Chávez.

Es decir, analizar la realidad actual venezolana compromete el estudio de las formas de gobierno, tanto de los elementos que caracterizan las formas democráticas como las no democráticas. Creemos que estamos en presencia de una degeneración de la democracia, en su dimensión real y procedimental hacia un hibrido que cada día exhibe menos elementos democráticos, y cada vez más registramos la incorporación peligrosa y sostenida de pautas y elementos no democráticos.

El ejercicio del poder por parte de Hugo Chávez Frías ha implicado desde 1998 hasta la fecha el desconocimiento, irrespeto y violación de procedimientos, valores, derechos y garantías democráticas y ciudadanas. De tal manera que la titularidad y el ejercicio del poder político en Venezuela bajo la presidencia de Hugo Chávez Frías constituye un proceso, etapa y fenómeno regresivo de personalización del poder y de la política, desinstitucionalización creciente de los partidos, clase política e instancias de representación. Nunca perdamos de vista que el triunfo de Chávez es producto no solamente de la antipolítica sino del desencanto democrático y la frustración de las expectativas de los venezolanos. Su llegada y su permanencia son la expresión más autentica de la precariedad institucional y del propio Estado de derecho.

Podemos señalar que Venezuela se configura en un sistema, ideología y modelo que privilegia cada vez más el aspecto del mando, la concentración del poder en un hombre o grupo, el ejercicio arbitrario del poder no sujeto ni siquiera a la Constitución Bolivariana de 1999, desconocimiento y persecución de la disidencia y oposición, exacerbación radical del liderazgo de Chávez asumiendo un carácter mítico y cuasi religioso, e implementando no sólo un programa y cierta ideología como el socialismo del siglo XXI, sino además, un régimen de partido único encarnado en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) a lo cual se le suma las ideas vagas del Bolivarianismo. La postración institucional y la falta de solidas alternativas explica indudablemente el que Chávez se convirtiera en presidente sino además que con tan terrible gestión y logros siga siendo gobierno.

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