Opinión Nacional

Quienes le venden su alma al Diablo

Es mucho lo que se ha escrito en literatura y compuesto en música sobre la venta del alma al diablo. Me limito a referirme a un célebre personaje de la literatura y a la música programática: Fausto,

Una de las obras más importantes de Wolfgang Goethe fue su “Fausto”. En ella narra como el erudito investigador Fausto, insatisfecho por la insuficiencia de sus conocimientos, se refugia en la magia para tratar de llegar al conocimiento absoluto, y lo hace a cualquier precio. En conocimiento de ese afán, Mefistófeles se reúne con Dios y le apuesta que puede corromper a Fausto a quien Dios tanto aprecia.

Mefistófeles acude al estudio de Fausto y le propone un pacto según el cual le concederá lo que más desee mientras viva a cambio de que entregue su alma.

Fausto le pregunta a Mefistófeles:

¿Qué podrás darme tú, pobre diablo? ¿Alguno de los tuyos ha llegado a comprender alguna vez las altas aspiraciones del espíritu humano?
¿Qué es lo que ofreces? Alimento que no sacia; oro candente que, como el mercurio, se escapa de las manos sin descanso; un juego en el que nunca se gana; una muchacha que, abrazada a mi pecho, ya guiña el ojo y se entiende con el más cercano; el espléndido y divino placer del honor, que se desvanece como un meteoro. Muéstrame frutos que se pudran antes de nacer y árboles que verdeen de nuevo cada día.

A lo que Mefistófeles contesta: “No me asusta semejante encargo; puedo, muy bien, brindarte esos tesoros. Pero, buen amigo, se acerca el tiempo en el que podremos disfrutar en plena paz de algo bueno.

Fausto añade:

Si llega el día en el que pueda tumbarme ociosamente, con toda tranquilidad, me dará igual lo que sea de mí; si entonces logras engañarme con lisonjas haciendo que me agrade a mí mismo, ese será para mí mi último día. En eso consistirá mi apuesta.

Fausto y Mefistófeles llegan a un pacto, y este último le pide a Fausto que lo firma con sangre y Fausto lo termina haciendo con una gota de sangre.

Fausto se enamora de Margarita (en el original alemán “Grtetchen” y logra conquistarla con la ayuda del diablo. Para poder unirse a su seductor Margarita le administra a su madre una poción que le causa la muerte al ingerirla. La obra de Goethe consta de dos partes; en la primera, en la que Fausto, también con ayuda de Mefistófeles, trata rescatar a Margarita de su prisión, pero ella, enloquecida por la muerte de su madre no acepta ser rescatada y muere en los brazos de su amado. No se dice nada de la suerte de Fausto.

La segunda parte e la obra es muy fantasiosa y muy lejana al romanticismo de la primera. Fausto abre los ojos ante un mundo en el que viaja por el espacio y el tiempo. Al final, Fausto, atormentado por tantas muertes busca una paz que no consigue; ha perdido la apuesta con Mefistófeles. Contrariamente a lo que uno ha podido pensar, no se queda en el infierno sino que va al cielo con ayuda del alma de Margarita.

Héctor Berlioz compuso una obra musical para solistas, coro y orquesta llamada La Damnation de Faust [La Condenación de Fausto]. La obra está inspirada en el Fausto de Goethe y su libreto es del propio Berlioz asistido por el escritor Almire Gaudonnière.

Otra versión musical es la de Charles Gounod, con su ópera Fausto, también basada en la obra de Goethe, con libreto de Michel Carré y Jules Barbier.

Diálogo en el que Fausto le dice a Mefistófeles lo que él quiere:

FAUSTO
¿Y qué puedes hacer tu por mí?

MEFISTÓFELES
Todo…Pero dime primero
¿Lo que tu quieres, es oro?

FAUSTO
¿Qué haría yo con la riqueza?

MEFISTÓFELES
Bueno ¡ya veo dónde te aprieta el zapato!
¿Quieres la gloria?

FAUSTO
¡Más todavía!

MEFISTÓFELES
¿El poder?

FAUSTO
¡No ! Quiero un tesoro
¡Que los contiene a todos!
¡Quiero la juventud!…
Las jóvenes queridas
¡Para mí sus caricias!
¡Para mí sus deseos!
¡Para mí la energía!
De los instintos poderosos,
¡Y la loca orgía
Del corazón y los sentidos!
Ardiente juventud.
¡Para mí los deseos!
Para mí tu embriaguez
¡Para mí los placeres!

Fausto llega a un pacto con Mefistófeles tal como el que narra Goethe

En esta ópera, Fausto, después de haberle vendido su alma al diablo, se enamora de Margarita y para conquistarla tiene que competir con Siebel quien le lleva un bello ramo de flores. Fausto, con la ayuda de Mefistófeles, le deja un cofre lleno de joyas a Margarita. Ella, frente al espejo canta el aria “Ah! Me río de verme tan bella en este espejo” y luego se deja seducir por Fausto, quien la deja embarazada. Margarita mata al hijo nacido de esa cópula y termina en prisión. Fausto ofrece sacarla de la cárcel, pero Margarita se niega a ser liberada. Luego se desmaya y sube al cielo. Fausto termina llevado por Mefistófeles al infierno.

El Doctor Fausto de Thomas Mann

El célebre escritor alemán, nacionalizado estadounidense y Premio Nobel de Literatura, Thomas Mann, escribió en 1947 una novela, cuyo título en alemán es:

“Doktor Faustus. Das Leben des deutschen Tonsetzers Adrian Leverkühn, erzählt von einem Freunde, publicada en español bajo el título: “Doctor Fausto. La vida del compositor alemán Adrian Leverkühn contada por un amigo». En ella se basa en la leyenda de Fausto y Mefistófeles, aplicada a la venta de almas en Alemania con el advenimiento del nazismo. En cierto modo, el ficticio compositor Adrian Leverkühn es un Fausto del siglo veinte. El compositor, bajo supuesta inspiración demoníaca desarrolla su obra al máximo que deseaba, pero al final le toca un fin parecido al del Fausto que narra Goethe.

No voy a seguir aquí con el recuento de Fausto y Mefistófeles en la literatura y la música. Voy a referirme ahora a la venta del alma en el mundo actual.

Es sabido como gobernantes, que se suponían demócratas, por ambición de poder omnímodo le vendieron su alma a dictadores extranjeros y tal cómo Fausto terminaron, o están terminando mal.

También tenemos el caso de empresarios e individuos con sed insaciable de riqueza y poder, faltando a la ética más elemental, le venden el alma a un gobierno dictatorial; también como a Fausto, mal les va o les irá.

También hay militares que, olvidando el juramento que prestaron, le venden el alma a sus máximos jefes por ambición, prebendas y acceso a fortuna que nunca lograrían honestamente; deberían pensar también que tal como Fausto mal terminarán.

Por último hay quienes, por miedo, venden sus almas a diablos que siempre los traicionan.

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