Venezuela: Miedo vs. Estupidez
Cuando nos adentramos en analizar la situación política actual de Venezuela inmediatamente ubicamos el inmenso miedo que demuestran tanto Chávez cómo sus más paniaguados seguidores de perder aplastantemente las elecciones parlamentarias fijadas para septiembre. El terror implícito en la dramática frase: “vienen por mí”, demuestra la clara conciencia que tiene del Presidente del sinnúmero de barrabasadas cometidas tanto por él como por su gobierno, que han llegado a crímenes gravísimos contra el Estado, la Patria, las personas, sus derechos humanos y bienes. Los atentados contra el patrimonio Público son demasiado notorios para ser obviados. La situación de depauperación a que se ha llevado a la República exige sanciones ejemplarizantes y ello es lo que produce ese miedo terrible en las filas del chavismo.
A ese terror que sienten los chavistas, el liderazgo o lo que ha dado en llamarse “los dueños de la oposición” están respondiendo no con una política articulada que logre amalgamar armoniosamente a todos los factores democráticos en una acción decidida que pueda desmontar el aparataje totalitario con que pretende aplastarnos el gobierno, sino con un torneo de sandeces que van desde aplicar normas electorales internas insólitamente mas asfixiantes que las establecidas por la Asamblea Nacional y el mismo CNE hasta magnificar las diferencias entre grupos que hacen más difícil el objetivo unitario.
Hay un empeño testarudo de imponer figurones hipermediocres y en algunos casos detestables por encima de factores sobresalientes y con respaldo real de la gente. Pareciera que no existe la menor conciencia de lo que se está arriesgando. La estupidez está a flor de piel también en figuras que lanzan aspiraciones sin ningún fundamento aparte del capricho y el narcicismo.
Aun hay tiempo de reflexionar tanto para el gobierno como para la oposición. Unos deben aceptar democráticamente la voluntad popular y esperar que una justicia imparcial se ocupe de investigar y sancionar sus actuaciones. Los otros deben saber que no estamos en situación de permitirnos errar, de equivocarnos. El precio sería demasiado alto.
Mientras, Venezuela espera un desenlace favorable a su progreso, a la democracia y a la libertad plena.
