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Oswaldo Vigas:  El Boceto como Futuro Cuadro

La pasión por el arte impregna cada instante de la vida de Oswaldo Vigas, revelando dimensiones que delatan sus diversas fuentes de inspiración: la conversación, la música, la lectura y la cocina. Su proceso creativo se despliega a través de esbozos espontáneos que, con el tiempo, se transforman en obras sometidas a su crítica meticulosa, a veces extendida por días, semanas e incluso años. Al plasmar el carboncillo sobre el lienzo, el artista intuye la complejidad de llegar a la etapa crítica de todo creador: saber cuándo la obra está completa.

«Mi ideal sería que ese trabajo espontáneo del boceto tenga ya las proporciones definitivas de los cuadros, para que no tuviera que intervenir lo racional que inevitablemente trata de imponerse y muchas veces traicionarnos.» (Oswaldo Vigas)

Cada pieza nace de bocetos realizados con fluidez en diversos soportes, desde porta vasos de papel hasta servilletas. La espontaneidad se refleja en la diversidad de estos bocetos, algunos coloreados desde su concepción, marcando una diferencia en la percepción de Vigas: «ya no están tan en la cuerda floja». En contraste, los bocetos en forma de líneas se encuentran en el filo de la navaja, aún en el proceso de definición.

Este método de búsqueda presenta un paralelismo con la filosofía platónica de las ideas, manifestándose en el lenguaje plástico de Vigas. La mayéutica socrática, que revela verdades a través de preguntas, encuentra su equivalente en la materialización de los bocetos del artista, fruto de décadas de exploración creativa.

Para Vigas, la conexión con lo ancestral es una constante en su obra, alimentada por su fascinación por diversas culturas, desde lo prehispánico hasta el arte africano, coexistiendo sin contradicciones con otras tendencias artísticas. Esta universalidad y eclecticismo definen el lenguaje visual de Vigas, cuyas creaciones cautivan tanto a espectadores neófitos como a conocedores en museos y galerías de todo el mundo.

El impacto estético de Vigas se sustenta en un equilibrio delicado entre libertad intelectual y espiritual, entre lo racional y lo irracional. Su obra, premiada con el Nacional de Artes Plásticas en 1952 por «La Gran Bruja», desafía las normas de la época y marca un hito en el panorama cultural venezolano, incluso bajo la dictadura de Marcos Pérez Jiménez.

En la década de los cincuenta, la búsqueda de raíces lleva a Vigas a explorar la Guajira, descubriendo los diseños faciales y textiles de la cultura wayuu. Este interés refleja la inquietud de una generación y de un continente en busca de su esencia cultural y espiritual.

La obra de Vigas se inscribe en el movimiento latinoamericanista, ocupando un lugar fundamental. Su lenguaje plástico evoluciona en la última década, destacando una inversión cromática y la aparición de personajes con tensiones visuales y atmósferas armoniosas.

La figuración de Vigas explora dualidades existenciales, expresando las paradojas que atenazan a la humanidad en el nuevo milenio. Los personajes deconstruidos y las formas orgánicas enfrentan al espectador a una belleza impactante, revelando la visión interior del artista sobre la condición humana.

Los elementos simbólicos como el triángulo, la medialuna, el fuego, la verticalidad y la horizontalidad permean su obra, transformando formas inorgánicas en orgánicas. El lenguaje plástico de Vigas establece un puente entre niveles perceptivos, desafiando al espectador a explorar sus formas primordiales y descubrir sus secretos. Su pasión por lo simbólico impulsa la creación de paradigmas visuales que enriquecen la historia de las artes plásticas venezolanas.

En los cuadros horizontales, Vigas evita figuras aisladas, creando conglomerados coherentes con su zoología y antropomorfismo fantástico. Su obra es un torbellino formal que busca la multiplicidad, alejándose de la realidad temática para forjar paradigmas visuales únicos y significativos.

 «La pintura me ha hecho  ser más humano, porque creo que el valor de un ser humano esta en proporción directa a lo que puede aportar al descubrimiento de los enigmas del ser.» (Oswaldo Vigas)

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