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¡¡¡Qué día!!!

Como ustedes ya lo saben, nuestra costumbre dicta que dediquemos las primeras horas del miércoles para que ustedes tengan la amabilidad de leernos cada viernes. Cada semana escudriñamos en los eventos de los siete días más recientes, o revisamos nuestras ideas, para traerles nuestras palabras.

Ya teníamos algunas ideas, los sucesos de ayer martes 22 de marzo, nos atribularon, nos sorprendieron, nos apabullaron. Por una parte tuvimos la posibilidad de observar, en vivo, lo que vivió Barak Obama en su importante esfuerzo para “normalizar” las relaciones entre los Estados Unidos y Cuba que tienen cincuenta y siete años interrumpidas y sometidas a leyes que poco han resuelto. Pero la realidad siempre sorprende.

A las ocho de la mañana de la hora local europea, mientras dormíamos en Caracas, se sucedieron dos ataques terroristas en el principal aeropuerto de Bruselas y una hora después, hubo un evento similar en la estación del metro que entre otras características, le da servicios a las principales oficinas de gobierno de la Comunidad Europea en Bruselas. El saldo, al momento de emborronar la computadora, es de 34 personas fallecidas y más de un centenar de heridos. Hoy (miércoles) ya se ha detenido a quien se supone parte de la “organización” que ideó el desastre. Ayer se suspendieron unos quinientos vuelos que se originaban o tenían como destino, los aeropuertos belgas.

Este evento nos trajo inmediatamente a la mente los recuerdos de un viaje que comenzamos en Maiquetía el 9 de agosto de 2006. Volamos toda la noche y a las siete y media de la mañana del día siguiente caminábamos, Graciela y yo, a abordar un avión que nos llevaría a Londres, estábamos muy cerca de la puerta cuando una orden y un desastre similar, en uno de los aeropuertos de Londres, paralizó la aviación mundial. Ese día cambió la manera y las costumbres, para decirlo piadosamente, que rigen la manera de abordar aviones comerciales en el mundo. Nacieron el “quítese los zapatos”, “quítese el cinturón”, “pase todas sus pertenencias por el “scanner”, “deme esa botella de agua”. El viaje que emprendimos tuvo alternativas muy complicadas. Fue una gran experiencia, pero todos los viajes posteriores han estado matizados y regidos por las consecuencias de aquel día. El evento del martes en Bruselas nos ha demostrado varias cosas: En primer lugar hemos presenciado la reacción de los islamistas ante la detención, en Bruselas, del líder de los sucesos del año pasado en París, bastó un fin de semana para que decidieran y llevaran a cabo el monstruoso evento. En segundo lugar nos demostró que la sorpresa es mucho más importante que la previsión. Y ante la sorpresa es muy poco lo que se puede hacer. En tercer lugar, y lo consideramos el más importante, los eventos que se están sucediendo en Europa, pensamos que forman parte de una guerra que ya tiene mucho tiempo de instalada. Se libra en el mundo entero y emplea mecanismos, estrategias y “armas” distintas a los de cualquier evento precedente.

Horas más tarde, con pocos recursos tecnológicos y grandes esfuerzos de los comunicadores, presenciamos los detalles del segundo día de la visita del Presidente de los Estados Unidos a Cuba, muy especialmente el discurso que pronunció ante escogidos ciudadanos de la isla, pensamos que seleccionados cuidadosamente entre personas afectas al régimen.

Obama hizo acopio de la casi totalidad de sus habilidades verbales para presentar una radiografía de treinta minutos en la que recorrió los eventos positivos que ha escogido el gobierno del Norte para avanzar en el acercamiento a la isla. Es importante resaltar la manera en que intercaló frases definitorias expresadas en su elemental español. Tuvo especial énfasis y complacencia en resaltar las cosas comunes entre ambas naciones, sin dejar de reconocer y mencionar algunas de las diferencias, especialmente la distancia entre la manera de gobernar la isla y las ventajas de la democracia.

Estas pinceladas, escritas a la carrera, nos demuestran que el mundo está cambiando a pasos acelerados y nuestras reflexiones nos conducen a una triste conclusión: Venezuela está ausente, es simple espectadora, de las realidades del mundo y lamentablemente, transitamos por rutas absolutamente apartadas a lo que le conviene a los venezolanos.

Entre otras muchas cosas, nos permitimos acotar que cada día, sí, cada día, en Caracas, fallecen por causas violentas, un promedio de diecisiete personas que son llevadas a la Medicatura Forense de Bello Monte, son víctimas de la particular guerra entre los venezolanos y su inseguridad, y aquí no pasa nada.

Libertad, Justicia y Paz, Relaciones Internacionales, Terrorismo,

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@rafael862

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