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Sobre Capriles, Chuo, Ramos Allup y Churchill

La espontaneidad es enemiga del triunfo. La gran marcha convocada por la Mesa de Unidad Democrática mostró músculo y fuerza. El gobierno quedó acorralado por esa demostración. Hoy, no atina en la respuesta. Le queda sólo el diccionario de improperios para asustar. Ese día los manifestantes, algunos es verdad, abuchearon a Chuo Torrealba, Capriles y a Ramos Allup. A unos más, a otros menos. No importa. Eso no mide el rechazo, sino que confirma la ceguera que ha invadido el cerebro de factores oposicionistas. Sus gritos mostraron un inexplicable comportamiento. Es normal y explicable si proviene de los factores oficialistas; pero, de los sectores oposicionistas es grave. (O, ¿será acaso que los gritones eran infiltrados, quién sabe?)

Me permito recordar un momento: al inicio de su gestión al frente la MUD, corrió por las páginas web un escrito, según el cual Chuo era una ficha del gobierno y pusieron como prueba, su pasado comunista. E incluso le atribuyeron la tenencia de un teléfono directo con Miraflores, para garantizar su apego a su pasado rojo. Toda una necedad, como también sería negarlo. Chuo si fue comunista. Al igual que el escribidor de estas líneas. Tengo varios amigos y colegas de oficio que se prestaron a esa canallada. Todo en nombre de un radicalismo absurdo y estéril.  “Ya basta de diálogos”, decían  éstos. También decían que Chuo es un comunista quien tarde o temprano se pasará a las filas de los enemigos de la democracia, justamente, porque es una especie de ser predestinado a volver a su realidad. Esa condición inmanente en Chuo u otros, refleja la consistencia apriorística de lo que sentenciare Don Rómulo Betancourt cuando decía: “adeco es adeco hasta que muera”.

Lo mismo ocurre con Capriles a quien acusan de “comeflor” y propiciador de bailoterapias.” Basta de marchas”, y con una imaginaria mancha de sangre en los dientes le gritan: “¡hay que ir a Miraflores”! Con Ramos Allup pasa lo mismo: “Es un viejo, sirvió durante la IV y es jefe de A.D.” Primero no es verdad la inicial afirmación (todos, tarde o temprano, llegaremos a cierta edad, si la inseguridad no los permite) luego, servir como parlamentario durante la época civilista y democrática es digno de orgullo; en tanto que serlo, en estos 18 años de podredumbre militarista, chavista, madurista y corrupta, sí es una vergüenza. En cuanto a A.D. ese partido, es la organización que trajo al país elementos civilizatorios que muchos por ahí buscan desconocer. Como diría Don Rómulo Betancourt: “Acción Democrática nació para ser historia”. Luego, se les acusó de golpistas, por cómo llegó al poder. Hay que sincerar el discurso: Es verdad, ese partido llegó al poder por medio de una relativa violencia, pero lo hizo para desembocar en un proceso de institucionalización de la democracia. Un régimen liberal y no dictatorial. En tanto que este régimen chavista-madurista emergió de los votos y desembocó en una dictadura. Ésta, no ahorra en medidas, para acosar al oponente: Leopoldo y Ledezma, como otros, son víctimas de este régimen, otros igualmente presos, exiliados, extrañados de su país; en fin, un drama que Venezuela había superado y que hoy revive con Chávez y Maduro.

Está planteada la reinstitucionalización de la democracia. Ese es el objetivo, para lo cual, necesitamos del concurso de todos, incluso de aquellos que en algún momento ocuparon puestos de dirección en este gobierno. Mi abuelita paterna siempre sentenciaba: “mientras más masa, más mazamorra”.  Es mérito de Chuo, Capriles y Ramos Allup – como de todos aquellos de la MUD que dan la cara y ponen el pellejo en riesgo y que viven en reuniones, sufriendo el acoso policial y sacrifican sus familias – ser los constructores de un gran bloque opositor al régimen.

Ellos buscan -cada uno en su espacio, con su estilo y palabras e incluso, a veces, enfrentados entre sí – fortalecer a la MUD. Ella, como organización, resume una contradictoria alianza que alberga disensos, encuentros, pasiones, egos políticos y personales, pero, es la única constelación política que aborda el tema de Venezuela globalmente, en busca de una democracia, donde quepamos todos y en procura de una mayoría para salir de este régimen. Es verdad, entre los múltiples problemas, la MUD debe ir un poco más allá e insertarse en el tejido social real. No hablarle sólo al Cafetal o a Cumbres de Curumo. No, hay que ir tras aquellos que buscaron su esperanza en este régimen y no lo consiguieron. Ese es el trabajo que hay que hacer y presumo que Chuo, Capriles y Ramos Allup, -maltratados por el verbo de algunos “espontáneos” el día de la marcha- andan en esa dirección. Por lo menos eso se desprende de sus declaraciones y posturas.

Una de las primeras cosas que hay que hacer es montar una agenda para discutir con el gobierno. Hay que negociar. Las cosas así se llaman: NEGOCIAR. Que no es lo mismo que hacer negocios, como sentencian algunos, o que argumentan que con dictadores no se dialoga. La política es una realidad. Hace tiempo escribimos un artículo sobre la Guerra de Vietnam y expusimos sobre su valentía,  inteligencia y claridad. Fueron seis (6) años de negociación, hasta que se alcanzó la paz. Hoy Vietnam es un país próspero, además socio de los EEUU, luego que éstos les mataran casi 2.000.000 millones de sus compatriotas. Decirlo es fácil, hacerlo es lo difícil.

Hay que destacar como falsa la afirmación: con dictadores no se dialoga. Esa expresión no tiene sentido, Todo se negocia. ¿Qué es lo que se busca? Durante el año 2002 se produjo el absurdo de la salida rápida de Chávez y substituido por Carmona. Tremendo error. Éste, junto con el paro petrolero (botaron 22.000 empleados de PDVSA) constituyó el absurdo más grande la historia política del país, por lo menos en el siglo XXI. Luego el paro comercial, el goteo de la FFAA en la Plaza Altamira y la guinda del pastel: la abstención en las elecciones parlamentarias, (sugerida, gracias al chantaje a los partidos, a última hora, por factores técnicos- electorales) Todas estas acciones fortalecieron al régimen.

Hoy tenemos la Asamblea Nacional, para desde ahí, iniciar el derrotero de re institucionalizar al país: nuevo Tribunal de Justica, nuevo CNE, Ministerio público, Contraloría, saneamiento de la Administración pública; en fin de cuentas, esta nueva realidad puede ayudar a construir un camino menos doloroso. También hemos dicho que la política más exitosa es la que minimiza los costos humanos. Todo ese proceso se puede lograr mediante una gran negociación. Suena fácil, pero no imposible. Recordemos a Bismarck: “la política es el arte de lo posible”

Hoy Venezuela sufre una metástasis. Es víctima del resultado de la “inocente” presencia de los  «jóvenes de la generación de relevo», quienes desde por estas calles, señalaron, en combinación con notables resentidos, la urgencia de montar un escenario político para cazar al sistema. Todos ellos tienen su cuota de responsabilidad y no la pueden eludir. Hoy, el país procura levantarse de esa realidad que surgió el 4 de febrero de 1992. La oposición busca reencontrarse, no para reeditar lo vivido desde 1958 hasta 1998; sino por el contrario, se procura e insistimos, en la urgencia de re institucionalizar al país, pues la anomia nos consume. Hay coincidencias en el país político sobre la posibilidad de llevar a cabo las transformaciones en un marco democrático y pacífico. No hay otra vía. Aquellos que hablan desde su confort, incitan a la ciudadanía a «pelear» en la calle, practican eso lo que se les atribuye a los curas: «hagan lo que yo digo, no lo que yo hago». Estos «violentos» del internet descansan en sus casas, y desde las redes sociales, despotrican de aquellos que promueven el ejercicio de la política en términos democráticos e institucionales. Quieren ver sangre, la de otros, no la suya o la de sus hijos.

La política es el arte de lo posible. Por lo que debemos trabajar para hacer posible la democracia con estilo democrático. No con bravuconadas. Hay que minimizar los riesgos, jamás aumentarlos. Lo más barato, desde el punto de vista de los sacrificios, es el referéndum revocatorio; éste, es un hecho político y no jurídico. No se trata de saltar etapas sino de ver las etapas como un escalón más que hay que alcanzar. Hay que promoverlo entre todos. No sólo es la MUD, sino todos aquellos que desean una salida constitucional los que deben esforzarse para manifestar el 1 de septiembre.

El descontento social es de tal magnitud que el corsé aplicado, muy irresponsablemente, desde el CNE y la Sala Constitucional del Tribunal Supremo, «sugeridos» por Miraflores, violenta los límites y las proporciones de la política. Es muy grave no comprender los riesgos de un enfrentamiento. Por ello hay que insistir: realizar el referéndum, consagrado en la Constitución de 1999 es clave. No salirse de ese esquema es lo más prudente, inteligente y menos costoso. Hay sectores, muy importantes afectos a la visión del socialismo del siglo XXI, que participan de esta idea; con ellos hay que conversar y acordar. Sólo los oficialistas violentos no lo quieren, como también hay sectores, minoritarios, es verdad, de la oposición que hacen bulla, con propuestas ilógicas. Critican que la dirigencia de la MUD llegue a dialogar. Eso es traición, dicen.

La política no es guerra. E incluso, pecaremos de Perogrullo, al decir que aún en guerra, se conversa. El referéndum es la clave máxima, pero si se encuentra una salida que apunte a un gobierno de transición que incluya a sectores del socialismo del siglo XXI, para salir de este desastre, no creemos estar cometiendo un pecado. Lo que se busca es ahorrar penurias y sangre a la población. Promover una jugada pacífica, en esos términos, no debería ser catalogada de traición para satisfacer a los violentos del teclado y de las redes sociales. Quien hace política todos los días, incluyendo sábados y domingos, sabe que ella es el arte de lo posible. Lo demás es puro cuento mediático.

El mejor ejemplo lo constituye Sir Winston Leonard Spencer Churchill quien, como se sabe, fue el gran Primer Ministro de Gran Bretaña en dos ocasiones 1940-1945 y 1951-1955. Considerado uno de los más importantes y significativos líderes del siglo XX. Fue un poseedor de un fino “olfato político”. Por lo que, durante la guerra con Hitler, mantuvo la idea de que el objetivo principal no debe ser otro que “la victoria, victoria a cualquier precio frente al terror, no importa lo largo y difícil que sea la vía a tomar: victoria”.

Churchill, fue pragmático y adepto al realismo político, pero sin dejar a un lado su concepción conservadora del mundo. Su desempeño durante la segunda guerra mundial fue ejemplo de resistencia que le valió el reconocimiento a su liderazgo, convirtiéndole en uno de los grandes hombres del siglo XX, junto con Franklin Delano Roosevelt, Stalin y De Gaulle.

Presionado por el cansancio y el debilitamiento de su país y toda Europa por la guerra contra Hitler, convino con Stalin el reparto de Europa en esferas de influencias. Para Churchill, no fue problema jugar al ajedrez, la suerte de los países europeos: Rumania por Grecia, Polonia por Austria. Esa era la realidad. Un acuerdo para lograr la paz en el mundo. La URSS estaba cansada y el mundo también. Se logró un respiro con esos acuerdos. Es la política. Mas, ello no fue obstáculo para que, en virtud de su enorme capacidad de anticiparse a la realidad, Churchill acuñase la frase “Iron curtain” (“la cortina de hierro”) para bautizar a toda esa zona que había quedado bajo el puño rojo de hierro de Stalin.

Con Churchill aprendimos que los sentimientos no cuentan en política. La política es así. Son las circunstancias las que determinan su desempeño. Por ello no es casual que el propio Churchill advirtiera que “…. Los hombres y los reyes deben juzgarse por su actuación en los momentos críticos de sus vidas”. Otro detalle que debe tomarse en cuenta es que para Churchill lo importante era ganar espacio y tiempo para las generaciones venideras y no ganar elecciones. Para lo cual había que tener valor y no caer en el ofrecimiento barato del populismo.

Lo ejemplarizante es que él abordó la política con frialdad y pasión; pero, en términos del interés general. La política es para hacer política y no para ejercicios retóricos. Una vez tomado un camino hay que ser lo suficientemente sólido para sumar y no restar en alianzas; sobre todo cuando nos enfrentamos a un enemigo poderoso y tramposo. Churchill es un ejemplo de cómo actuar en la vida: compromiso y solidez política. Él, se anticipó a Mario Puzo, el autor de la novela “El Padrino”, quien escribió: “la fuerza de una familia reside en la lealtad”. Capriles, Chuo y Ramos Allup hacen lo propio, al trabajar por la MUD y escoger la senda racional de la política y no de la emoción.

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