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Sobre “Ve a comprar cigarrillos y desaparece”

Antes de leer la novela de Karl Krispin y escuchar a los críticos de «Ve a comprar cigarrillos y desaparece» (Hypermedia, 2020), pensaba encontrarme estrictamente el tema venezolano del país, aunque ese pueda ser el constructo de un telón de fondo y una especie de leit motiv; el tema es un escritor, llamado Esteban que se disloca y se boicotea para hacerse de nuevo, él se adapta a su mapa, a su nueva geografía y camina; pero como nada deja de moverse, mientras su ex-esposa recientemente divorciada, María Silvia se va a las antípodas -la encontramos por primera vez en una escena friísima de un invierno centro europeo-, otra mujer llamada Gatúbela, obviamente no es su nombre real, llega enmascarada a su vida «out of the blue», lo que buscas te busca y te encuentra, lo que es arriba es abajo. Enmascarada, así llega la vida, justo te da lo que necesitas y cuando aprendes miras muchísimo más claro el horizonte.Los acertijos son una pieza fundamental para darle hondura y desenlace a los personajes y al propio libro. Hay un elemento de misterio que alienta la curiosidad y el tema de la sensualidad está muy elegantemente definido y es que apunta a la imaginación del lector, no hay la necesidad de ser explícito ya que sería muy fácil caer en la vulgaridad. De eros a porno hay una línea delgada que si se atraviesa es igual a pintar graffitis en Villa Borghese o que, teniendo una mesa elegantísima de manteles de lino, uno de tus invitados agarre los cubiertos hacia el final del mango casi tocando la comida, pero además utilice un palillo de dientes en público.Me llamó muchísimo la atención un capítulo en el cual el narrador cita una cantidad de libros y autores leídos en momentos de su vida, incluso los recuerda más que lo vivido, como si se borraran los acontecimientos y quedaran solo los libros> “Me pregunto si será posible hacer la biografía de un hombre por los libros que leyó”, se lee en la novela.Queda claro el amor al conocimiento y a la lectura por parte del protagonista, una vez el poeta Rafael Cadenas se confesó más lector que escritor así que hay un elemento unificador en el principio de que «no hay escritor que no sea previamente un lector»En el Capítulo VIII el narrador nos cuenta sobre un club de lectura llamado Las Montañistas por la obra de Thomas Mann, «La Montaña Mágica» ahí en el sanatorio de Davos los pacientes van a buscar la cura a la tuberculosis: “»Nos hace falta un poco de Davos en este bochinche intertropical caótico y asfixiante donde todos hablamos a la vez sin escucharnos».Quién quita que Venezuela se haya convertido en el símbolo de la Torre de Babel debido a esa intensidad impetuosa que caracteriza a sus habitantes, y que las dificultades vividas sumadas a las del Covid-19, no sean sino un viaje a la reflexión y al cambio para salvar cuanto haya de bueno en nuestro gentilicio alborotado de país portátil.Hubo momentos en los cuáles supuse que no sería posible el sentido del humor en una narración donde hay tantas pérdidas aparentemente irreconciliables pero sí, el narrador se impone con su esperanza a prueba de gases lacrimógenos.En otra ocasión pensé que María Silvia era el alter ego revelado en polo negativo del protagonista y Gatúbela el alter ego en positivo como una moneda del milenario IChing donde lo blanco se transforma en su punto negro y viceversa.

Los personajes son creíbles, no son estereotipos. Me gustaría resaltar uno de ellos, primo de María Silvia al cual Esteban comienza a llamarlo Estoooo, quién cada vez que hablaba y señalaba las pertenencias de ella para ser sacadas fuera de la casa o vendidas a desconocidos las nombraba «estoooo» uno se lo imagina como si estuviera en una de esas ventas en Caracas regidas por personajes como él o señoras que quieren aleccionar al comprador con aires de superioridad y lo que hacen es alejar la posible venta de algún objeto al maltratar a los clientes potenciales porque en verdad son vendedores de ocasión y no profesionales.


Esteban se muda y pronto descubre que la Junta de Condominio del edificio es más rígida que las leyes venezolanas; la señora Presidente de la Junta de Condominio Nohemí de García-Pinkerton deja ver su personalidad en la carta de bienvenida donde se desglosan, número por número, lo permitido de lo prohibido en cuánto a conductas se requieren en los predios del inmueble y en calidad de nuevo propietario lo invita a asistir a las reuniones que se harán en el futuro, además le escribe: «Por último, si tiene usted alguna sugerencia, No lo diga, Escríbalo>”.

Todo esto lo dejo a la discreción de los próximos lectores de la novísima novela de Karl Krispin, «Ve a comprar cigarrillos y desaparece».

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