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Berlín, capital en construcción

La caída del muro de Berlín propició un cambio urbanístico radical en la ciudad mártir de la Guerra Fría. Una metamorfosis prodigiosa que llegó con la recuperación del estatus de capital y cuyo rostro menos amable son los estragos sociales de la especulación inmobiliaria.

Del Berlín de 1945, barrido por los bombardeos aliados, al que el 13 de agosto de 1961 amaneció partido por el muro, o el que el 9 de noviembre de 1989 vivió la noche más hermosa: son muchas las cicatrices acumuladas sobre la ciudad-estado y capital alemana.

Treinta años después de esa noche en la que nadie sabía qué pasaría al minuto siguiente, Berlín es una capital atípica. Una ciudad en permanentemente construcción con tres óperas nacionales y 175 museos, pero sin un aeropuerto internacional digno de la primera potencia europea.

Berlín resiste

La recuperada capital alemana había atraído a arquitectos como Norman Foster, Rafael Moneo, David Chipperfield, Daniel Libeskind, Santiago Calatrava, Renzo Piano, Arata Isozaki o Peter Eisenman.

Unos transmutaron en hermosas las cicatrices dejadas por la guerra en su Isla de los Museos; otros trazaron puentes, levantaron una nueva ciudad donde discurrió la Franja de la muerte o recibieron el encargo de reconstruir el Palacio Imperial prusiano destruido por los bombardeos aliados y derruido por la Alemania comunista.

Berlín no obvió el recuerdo a su torturada historia. Encontró espacio para colocar las 2.711 columnas de hormigón para recordar a los millones de judíos víctimas del Holocausto. Al Tiergarten, el pulmón verde ciudadano, se incorporaron monumentos a otros colectivos de víctimas, como gitanos y homosexuales

Entre tanto trasiego urbanístico y monumental cayeron algunas señales de identidad del ciudadano del este. Uno de ellos, el Palast der Republik, la Cámara del Pueblo de la Alemania comunista, aquejado del mal del amianto y desmantelado pieza a pieza tras un largo debate.

El Berlín de los alquileres prodigiosamente bajos quedó engullido por la revolución urbanística, política y social. El precio de la vivienda, de alquiler o propiedad, de nueva construcción o no, se disparó. Asomó la precariedad

El ciudadano sufre las consecuencias. Pero resiste, como lo hizo a los bombardeos aliados o al trauma del muro.

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