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Baron Cohen vuelve a la carga con su “humor geopolítico”

Las comedias se van poniendo cada vez más desinhibidas e irreverentes a juzgar por la última producción del cómico británico Sacha Baron Cohen, titulada “Bruno”, donde interpreta a un periodista de modas austriaco que vaga por el mundo, parodiando a situaciones políticas, etnias y estilos sexuales. Cohen se especializa en algo que se ha dado en llamar “humor geopolítico”, pues se adentra en situaciones internacionales ficticias para ridiculizar por igual a norteamericanos y rusos, árabes y judíos, orientales y africanos.

La irreverencia, de moda

Su desenfadado estilo parece gustar, pues su primera incursión en el cine, “Borat”, fue un modesto éxito de taquilla hace tres años, a pesar de lo novedoso del enfoque y de ser un actor virtualmente desconocido, excepto en su nativa Inglaterra, donde conduce un popular show televisivo a las 11 de la noche. La hora es apropiada, pues amparado por el liberalísimo ambiente londinense, Cohen se da el lujo de hacer bromas subidas de tono e incluso mostrar desnudos y escenas gay, viéndose obligado a aclarar a menudo ante la prensa que no es gay, pues vive con una actriz australiana y tiene un hijo con ella.

Su nueva comedia, “Bruno”, ha desbancado a un exitazo como “La era del hielo- 3”, recaudando $ 30 millones sólo en el día de estreno. Y aunque le falta bastante para cubrir los costos de producción, nadie duda que “Bruno” dará buenas ganancias en los próximos meses, donde le permitan exhibirlo, pues algunos países lo han prohibido por mostrar escenas homosexuales, o por alusiones críticas a su país. En la propia Inglaterra, los distribuidores se vieron obligados a exhibir dos versiones, una para adultos y otra para mayores de 13 años (teen-friendly, dicen allá) con algunas secuencias obscenas convenientemente omitidas.

Críticas y prohibiciones

El embate contra sus filmes no es nuevo para Cohen, ya que “Borat” causó revuelo en Kazajstán, al sentirse ofendido este país por mostrarlo  inculto  y subdesarrollado. Así, además de protestar ante la Fox, prohibió el film en su territorio, algo que fue imitado por Rusia, aludida como anterior potencia dominante en esa región. En cambio, tanto “Borat” como “Bruno” fueron prohibidos por “inmoralidad” en Ucrania, debido a sus atrevidas escenas y el lenguaje procaz utilizado. Y como se refirió en “Borat” a diversos personajes vivientes, algunos de éstos lo demandaron a él o la productores, con juicios todavía en vías de arreglo fuera de la corte. Pero pareciera que todo era de esperarse, pues para Cohen estos líos legales resultan ser una efectiva publicidad a para sus filmes.

Un avezado showman, Cohen trata por todos los medios de llamar la atención frente a las cámaras, como hizo recientemente en una premiación en Hollywood, donde se vistió de pájaro y voló encima del público, para aterrizar con las nalgas en la cara del sorprendido cantante Eminem, quien casi lo demanda. En España se vistió con piel de toro para una presentación, pero con dos colas, la delantera con una sospechosa forma de pene. Y de repente se bajó el pantalón del traje para mostrar una imagen del presidente Zapatero encima del interior a la altura de los testículos, algo que causó risas en algunos pero rechazo en otros.

Un estilo novedoso

Evidentemente, Cohen trata de compensar su escaso talento de comediante (difícilmente entraría en la lista de los grandes), usando el recurso mediático para darse a conocer, o sea mucha publicidad personal por encima de la calidad y substancia. Sin embargo, 7 de cada 10 críticos en el norte elogian sus películas y su estilo, quizás por lo fresco y novedoso, especialmente por referirse a asuntos de actualidad y el candente conflicto cultural entre oriente y occidente. Y en estos tiempos, es natural que EEUU lleve siempre la peor parte, pues a casi todo el mundo le gusta criticar a la superpotencia, máxime cuando sus filmes se refieren a ‘era Bush’. En la propia Israel, el judío Cohen es criticado acerbamente por interpretar a un musulmán, Ali G, en su show televisivo, aunque éste sea ampliamente ridiculizado en sus apariciones.

El humor geopolítico no es nuevo, y fue ampliamente practicado en tiempos de guerra fría, empezando por un Peter Sellers ridiculizando a EEUU y la URSS en el ahora clásico “Rugido del ratón”, recurso que volvió a utilizar en el excelente “Dr. Insólito”, con Sellers parodiando a personajes estadounidenses y británicos, y con los soviéticos apareciendo como antipáticos e inescrupulosos. Pero hay una gran diferencia entre Sellers y Cohen, con el primero exhibiendo un fino humor, mientras que las escenas de Cohen lucen algo chabacanas e improvisadas, contando mayormente en la parodia burda, el desnudo o las escenas sexuales para divertir. Tampoco llega Cohen a la altura de famosos cómicos excéntricos como los hermanos Marx, Danny Kaye, Jerry Lewis o incluso Woody Allen, quien también ridiculizaba a menudo su propia etnia judía. Pero Cohen parece más adecuado para el turbulento siglo XXI, con su creciente permisividad sexual y el constante conflicto cultural entre Este y Oeste, que facilitan el éxito comercial de sus excéntricas producciones.

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