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Muerte súbita en atletas de alta competencia, ¿por qué ocurre?

Llama la atención los casos de muerte súbita ocurrida en atletas de alto rendimiento como el caso del jugador de fútbol italiano Piermario Morosini, el nadador olímpico y posible medallista noruego, Alexander Dale Oen, y más recientemente el jugador del Atlético Paraná, Cristian Gómez. En tal sentido se esperaría que un atleta de alta competencia fuese la representación de un estado de salud óptimo o ideal. Más allá de la percepción pública de lo contrario, estos eventos son extremadamente raros, evidenciándose desde 0,6 a 1,7 muertes súbitas por cada 100.000 atletas participantes y por año de actividad deportiva.

Las causas de la muerte súbita en atletas en su mayoría son de origen cardiovascular (60—70%) asociadas a patologías como la cardiomiopatia hipertrófica, anomalías de las arterias coronarias, miocarditis, coronariopatias, puentes coronarios, cardiomiopatia arritmogénica ventricular derecha, canalopatias, prolapso de válvula mitral, estenosis aórtica y otros.

Desde el punto de vista clínico y preventivo alrededor de las dos terceras partes de ellas pueden ser sospechadas y detectadas durante las evaluaciones médicas realizadas antes de los entrenamientos y competencias ya sea por antecedentes personales, familiares, síntomas así como hallazgos en el examen clínico. En tal sentido son sospechosas las muertes súbitas de familiares cercanos antes de los 50 años así como familiares menores de 50 años con enfermedad cardíaca; desde el punto de vista personal, son de evaluar los soplos cardíacos, la hipertensión, la fatiga, los desmayos y desvanecimientos, la falta de aire excesiva o inexplicable al esfuerzo así como dolor en el pecho y desde el punto vista del examen físico evaluar los soplos cardíacos acostado y sentado, las pulsos periféricos, los signos de síndrome de Marfan y medición de la presión arterial. En tal sentido, los estudios de seguimiento de las patologías detectables y su ulterior suspensión de la actividad deportiva, han disminuido en forma evidente, la incidencia de muerte súbita en los atletas, sugiriendo la necesidad de la implementación de evaluaciones médico-deportivas.

El otro tercio de estas patologías no son detectables y por desgracia en su gran mayoría se manifiestan única y exclusivamente a través del paro cardíaco que pudiese conducir a la muerte súbita. Esta inevitable realidad ha conducido a los grupos científicos del área como la Asociación Americana del Corazón así como el Colegio Americano de Medicina del Deporte a sugerir la preparación en resucitación cardiopulmonar de todo el personal que trabaja con atletas así como presencia de defibriladores automáticos como dotación básica de primeros auxilios en los campos deportivos. Esta estrategia ha demostrado sus efectos positivos aún cuando la sobrevida de los asistidos en estos casos oscila alrededor del 20%.

En resumen, la muerte súbita en los atletas es una realidad que tiene un fuerte impacto mediático de muy baja ocurrencia en la población atlética que en buen porcentaje puede ser prevenible con la aplicación de exámenes médico específicos de despistaje y que en caso de presentarse pudiese ser tratada a través de técnicas de resucitación cardiovascular básica y avanzada.

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