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Ahora Seremos Felices

Por José Domingo Blanco (Mingo)

Quienes me conocen, saben de mi afición por la música. Muchas de las situaciones de la vida las acompaño con canciones cuyas letras reflejan lo que siento u observo cotidianamente. Y esta no será la excepción…

“Yo tengo ya la casita
Que tanto te prometí
Y llena de margaritas
Para tí, para mí

Será un refugio de amores,
Será una cosa ideal
Y entre romances y flores
Formaremos nuestro hogar

Ahora seremos felices
Ahora podemos cantar
Aquella canción que dice así
Con su ritmo tropical

La la la la la la la
La la la la la la la
Que Dios nos dé mucha vida negra
Y mucha felicidad”

¿Ya reconocieron la canción? Pues así imagino a Nicolás, llevándole una serenata a Cilia a Miraflores –o a dónde realmente vivan: en La Castellana o en Fuerte Tiuna- para que le aceptara la propuesta de mudarse al apartamentico de la Gran Misión Vivienda que reservó para los dos, como nidito de amor en los años dorados. Ofrecimiento que Cilia aceptó; según aseguró en una de sus tantas alocuciones. Él lo dijo, yo no estoy inventando nada. Palabras más, palabras menos, Maduro comentó que “llevaba dos años tratando de convencer a la Primera Combatiente para mudarse a una de esas viviendas benditas, dignas y felices que ellos –y la revolución- están construyendo”. Y ¡por fin! Cilia le dijo que sí.

Ahora, lo que todos esperamos, es esa mudanza. Sin embargo, con este anuncio, inevitablemente me surgen unas cuantas preguntas: ¿habrá hecho Nicolás la larga fila que se forma desde la madrugada frente a la sede del Ministerio del Poder Popular para Vivienda y Habitah o el Banavih para introducir los recaudos y así lograr que le adjudicaran el apartamentico? El otro detallazo que llamó poderosamente mi atención es que Nicolás dijo que La Flores, se tomó dos años –más de setecientos días- para darle el sí. Pero, es que, si a ver vamos, no debe ser fácil cambiar cientos de metros cuadrados de lujo y confort por 50 mts2, dos habitaciones, un baño, una camita litera y un juego de platos con el logo de la Revolución. Por eso mi duda –que perdurará hasta que vea los camiones de la mudanza: ¿habrá aceptado de verdad Cilia el apartamentico, abandonando la vida de privilegios, suntuosidades y abundancia de la residencia presidencial, por los racionamientos eléctricos, la falta de agua, la ausencia de ascensores, las filtraciones y la basura que decora esas urbanizaciones improvisadas y no planificadas que construyeron bajo el paradigma de Chávez de que en Caracas cabía otra Caracas? De verdad, tengo muchas ganas de ver eso.

Como también tengo muchas de saber qué pasó por fin con La Casona. Sí, la grandota que está en La Carlota, la verdadera residencia oficial de los mandatarios de la Nación, donde aún parece que viven los hijos del difunto presidente, sin que les corresponda ese derecho. ¿Será que ellos no completaron los recaudos para la adjudicación del apartamentico de la Gran Misión Vivienda? ¿O será que se los asignaron en Ciudad Caribia, pero, el calor y las precarias condiciones de la zona –aunadas a la inseguridad- los ahuyentó, obligándolos a permanecer en la vivienda presidencial? ¿De cuánto será la renta que paga Arreaza para poder vivir allí con Rosa Virginia y el resto de la familia?
Tampoco puedo dejar pasar el hecho de que ahora sí, luego de que habían dicho que no, el régimen entregará al pueblo de Venezuela “los documentos de propiedad de cada edificio, cada casa que construirán de aquí en adelante”. Recordemos que esa idea de entregar los documentos de propiedad era una iniciativa de la Asamblea Nacional que el desgobierno pataleó, rechazó y condenó, asegurando que, al hacerlo, volverían capitalistas a los adjudicatarios: los apartamenticos serían prestados ¡y punto! Sin embargo, de la nada –o gracias a la cada vez más baja popularidad del mandatario- ahora sí van a entregar los documentos. Qué fácil es garantizar la propiedad de algo que no sabemos si se llegará a construir. Pero, tampoco nos olvidemos que, cuando Nicolás perdió la Asamblea, amenazó con no edificar más viviendas porque el pueblo le falló. “Les pedí que me apoyaran y no lo hicieron. Ahora estoy dudando si construyo más viviendas o no”.

El presidente de la Cámara Inmobiliaria de Venezuela, Carlos González, lo advirtió el pasado jueves cuando lo entrevisté: desde el punto de vista urbanístico, se atiborró de edificios del gobierno, terrenos pequeños en urbanizaciones emblemáticas de Caracas, ya de por sí colapsadas. Se hicieron los proyectos sin importar la carencia de servicios, el impacto que tendrían en la zona o sin respetar las áreas verdes. Y si a eso le sumamos el otro dato aportado por González, los números nos dejarán perplejos: el régimen asegura que el presupuesto para la construcción de viviendas fue de 73 mil millones de dólares; de ser cierto que han edificado un millón de viviendas, cada apartamentico construido ha tenido un costo aproximado de 73 mil dólares: ¡mucho dinero para las características del inmueble!

Tengo tantas ganas de ver esa mudanza de Nicolás y Cilia. Ojalá que, cada vez que vayan a hacer mercado, recuerden pedir cajas vacías para comenzar a embalar sus pertenencias.

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